De lo que pudo haber sido…(I)

En la trastienda de las producciones cinematográficas y en su proceso  hay curiosidades que muchas veces no trascienden pero que son tanto o más interesantes que las propias películas en sí. Entre esas curiosidades figura la gran cantidad de partituras compuestas o ideadas para una determinada película que nunca llegaron a ver la luz, bien por discrepancias contractuales entre las partes, en cuyo caso ni siquiera fueron plasmadas en un papel y evidentemente nunca sabremos qué nos perdimos, o bien por discrepancias «artísticas» que muchas veces acababan con autentica joyas musicales guardadas en un cajón una vez compuestas. En todo ese entramado también se han alimentado leyendas absurdas o incluso atribuido a algunos directores de cine preferencias musicales que , en honor a la verdad, eran más fruto de la prisa que de la genialidad, por haber tenido que montar un score completamente distinto del original en un tiempo record. Voy a repasar una serie de ejemplos, quizá los más representativos por muchas razones pero sobre todo por la notoriedad de sus protagonistas, y en algunos casos también por las situaciones que se crearon en torno a las producciones implicadas. Todos son casos «contrastables», o lo que es lo mismo, en todos ellos las bandas sonoras que pudieron ser y que finalmente no fueron son accesibles bien porque sus autores las grabaron posteriormente con el mismo título o bien porque fueron aprovechadas en alguna otra producción y  por tanto podemos jugar a la comparación, que en este caso no necesariamente es odiosa pero a veces si que muy difícil.

Satanley Kubrick era en muchos aspectos un genio, pero también un personaje sumamente difícil de tratar y en relación a sus decisiones artísticas ( si se ha visto la primera versión doblada al español de «El Resplandor», que dirigió el propio Kubrick, todos sabemos de lo que estoy hablando) y la música de sus películas podemos decir que la usaba con un cierto desdén. Si uno repasa su filmografía encontrará que la música llamada clásica predomina en casi toda su obra, por una única razón…los músicos muertos no protestan si se maltratan sus obras, y Kubrick era un auténtico «killer» en ese cometido. Cualquiera que haya visto «Spartacus», soberbia película donde las haya, habrá podido oir la magnífica banda sonora que le compuso Alex North…o casi…porque fue tal el destrozo que Kubrick hizo en el montaje final con ella que salvo que uno disponga de la grabación discográfica dificilmente podrá apreciarla ( y lo merece)…pero lo peor estaba por venir.  Alex North volvió a repetir experiencia con Stanley Kubrick cuando el director le encarga el score para «2001: A Space Odissey», y North compone una extraordinaria partitura que cuando se estrena la película y sin previo aviso no es que ha sido recortada, simplemente ha desaparecido por completo y sustituida por los cortes clásicos que todos conocemos. Es fácil imaginar que el enfado de Alex North , que ni tan siquiera fue avisado por Kubrick y se enteró en la propia sala el día del estreno, tendría mucho que ver en que en lo sucesivo Kubrick tuviera verdaderas dificultades para encontrar músicos dispuestos a semejantes «detalles»…el resto ya es historia. La composición de Alex North fue grabada años después por su amigo Jerry Goldsmith en su totalidad y es sencillamente una maravilla…sin más que añadir.

Otro caso parecido, aunque por distintas razones, lo sufrió Elmer Bernstein a manos de Martin Scorsese. Scorsese le encargó la partitura para «Gangs of New York», película pensada con una duración de casi cuatro horas…y Bernstein puso música a cada minuto de esas cuatro horas con absoluta maestría. La película, por necesidades de producción, vio reducida casi a la mitad su duración final y el score de Bernstein quedó completamente inservible, por lo que Scorsese encargó una banda sonora de circunstancias a Howard Shore ( y a tenor del resultado debío ser muy de circunstancias porque es posiblemente el peor trabajo que se recuerda de Shore) que es la que finalmente  se «perpetró » en el montaje final de la película. Elmer Bernstein grabó su partitura con el mismo nombre que la película y la editó junto a otros trabajos que habían sufrido similar suerte, y no admite comparación alguna en la que Shore pueda salir bien parado.